Ni Buñuel ni Fellini
me quisieron filmar, ni Melquiades ni Cide Hamete Benceli me quisieron escribir. No sé
quien es mi Dios, es un anónimo que prepara mi muerte, la más grande del mundo.
No es ni francés ni italiano, ni siquiera un español mexicano, es un idioma aún
no inventado. Tampoco es un país, porque mi país es mi madre. Me gustan todas
las derivaciones de la palabra muerte, muertos, morir, muertes, muerto: Mi
muerte.
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